Toda la felicidad que podamos experimentar en nuestra existencia, sea desbordante o serena, es subsidiaria de la gracia del Dios del cielo. Y cuando la vida nos sume en el trance del dolor, la gracia divina corre en nuestro auxilio fortaleciendo nuestra interioridad a fin de que no desfallezcamos. Todo es gracia, y en ella esperamos en todo momento, ya sea en el momento de la tristeza o en el momento de la alegría. Dios, nuestro Señor, siempre nos mira con buenos ojos. ¡Qué o a quién debemos tener! Miremos al pasado, al transcurrir de nuestra vida hasta aquí, y veremos cómo Dios ha estado con nosotros y ha conducido nuestros caminos para bien. Su gracia nos ha acompañado ¿no es así..? Por todo ello, hoy, nos encontraremos en nuestras respectivas comunidades a fin de dar gracias, junto a nuestras hermanas y hermanos, al Dios que se hizo carne el Cristo, y dio un giro benefactor a nuestra vida.
Soli Deo Gloria
Ignacio Simal, pastor de Betel+Sant Pau