Nuestra vida solo es digna de este nombre si fluye, si está en movimiento

unsplash-logoJP Fichman

Escribe Pablo d’Ors en “Biografía del Silencio“:

“Mediante la meditación, se me ha ido revelando el misterio de la unidad.

Por supuesto que a bucear en el océano de la unidad no se llega sin chapotear durante largo tiempo en las charcas de la división. El agua que no corre se estanca, se pudre y huele mal; eso lo sabemos todos. Pero también se pudre y huele mal toda vida que no fluye. Nuestra vida solo es digna de este nombre si fluye, si está en movimiento. Sea por cobardía o por pereza, sin embargo, o incluso por inercia —aunque casi siempre es el miedo lo que mayormente nos paraliza—, todos tendemos a quedarnos quietos y, todavía más, a encastillarnos. Encastillarse no es solo quedarse quieto; es dificultar cualquier movimiento futuro. Buscamos trabajos que nos aseguren, matrimonios que nos aseguren, ideas firmes y claras, partidos conservadores, ritos que nos devuelvan una impresión de continuidad… Buscamos viviendas protegidas, sistemas sanitarios bien cubiertos, inversiones de mínimo riesgo, ir sobre seguro… Y es así como el río de nuestra vida va encontrando obstáculos en su curso, hasta que un día, sin previo aviso, deja de fluir. Vivimos, sí, pero muy a menudo estamos muertos. Nos hemos sobrevivido a nosotros mismos: hay bio-logía, pero no bio-grafía.”

Aunque camine por valles sombríos…

 Aunque camine por valles sombríos no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo, tu vara y tu cayado me sosiegan. (Salmos 23:4 BTI)

Ni en sueños hubiera imaginado que vendría un tiempo en el que nuestras celebraciones dominicales serían suspendidas, y tendríamos que quedarnos en casa junto con nuestras familias. Pero sí, está ocurriendo, son tiempos delicados. Bien lo sabemos, bien los experimentamos.

Es una especie de “valle sombrío” el que estamos atravesando. No solo nosotros, sino también nuestros conciudadanos. Las dudas, la inseguridad, las preocupaciones y el miedo, -sí, el miedo-, desean anidar en nuestros corazones. ¿Lo permitiremos..? Ahí esta la cuestión.

Nos podemos quedar en el “valle sombrío”, o confesar al Dios que nos está acompañando en esta hora.  Es Dios que, a través del Espíritu, habita en nuestra morada interior, y desde ahí, nos susurra palabras de amor, ánimo y consuelo. ¿Las escuchas? O, tal vez, el ruido de lo sombrío es tan ensordecedor que silencia al que mora en nuestros adentros.

Callemos, guardemos silencio, cerremos nuestros ojos y entremos en la luz del Espíritu eterno que, desde siempre, nos ha acompañado y nos acompaña. Esa luz que habita en nuestro interior es “la vara y el cayado de Dios” que sosiega nuestro espíritu, y pone sordina al ruido exterior.

Sí, Dios nos ve “remar con gran fatiga”, observa que nos cuesta lograr que nuestra barca surque el mar de la vida en la dirección correcta, el viento nos es contrario. Pero en medio del viento, del mar y de nuestra fatiga, aparece Jesús, nuestro Señor, diciéndonos, “soy yo, no temáis”, sube a nuestra barca y los vientos que azotan nuestra alma cesan, y la oscuridad de nuestro valle se disuelve como neblina al salir el sol. “No tengáis temor, yo he vencido al mundo”, nos dirá. Y es que la gracia de Dios es asombrosa, “su vara y su cayado nos sosiegan” por dentro.

Vuelvo a deciros, cerrad vuestros ojos, entrad en vuestro aposento secreto y ved que en él hay una mesa preparada. En ella hay una copa de vino, la copa del nuevo pacto; y también pan, el pan de vida. Participemos espiritualmente de la copa y el pan, ello alegrará nuestro corazón e infundirá vida a nuestro espíritu. Guardad silencio, no os inquietéis, pues nada ni nadie nos podrá arrebatar de las bondadosas manos de nuestro Salvador.

Os invito, me invito, en esta hora, a confesar con nuestros labios: Aunque camine por valles sombríos no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo, tu vara y tu cayado me sosiegan.  ¡Aleluya, amén! 

Tomar al cielo por asalto

Nuestra ansia de Dios nos conduce, en frase de Jacob Böhme, a “tomar al cielo por asalto”, y cuando, por fin, experimentamos, fugazmente (apenas un instante), el cielo en nosotros, caemos en la cuenta de que no hemos sido nosotros los que lo hemos tomado por asalto, sino que ha sido el cielo el que nos ha tomado por asalto a nosotros.

-Ignacio Simal

Luz

La Luz que ilumina a todo ser humano vino para quedarse en nosotros. Lo queramos o no. Pero pasa el tiempo, y la vamos cubriendo de tierra hasta que nuestras entrañas se convierten en su tumba. ¡Necesitamos resurrección!

Tristeza e impotencia

Bombardeados en Siria, abandonados por Turquía, gaseados en Grecia: Europa vuelve a fallar a los refugiados”, rezaba el titular de un diario digital. Tristeza e impotencia del ciudadano y la ciudadana medianamente sensibles ante lo que Europa está haciendo y dejando de hacer ante los millares de refugiados que pusieron su esperanza en ella.

Y es que la injusticia y la falta de equidad campean a sus anchas por la tierra. ¿Poner más nombres a las injusticias que están ocurriendo? ¿Acaso no las conocemos..?

Sed, sentimos sed a raudales. Sed de una justicia superior que devuelva la historia a las manos de las mujeres y hombres de buena voluntad; esos hombres y mujeres del sentido común y del mundo distinto.

Por ello, con el poeta hebreo de la antigüedad, decimos: «Estamos sedientos de Dios, del Dios vivo, ¿cuándo llegaremos a ver el rostro de Dios?» (Sal. ‭42:3‬ ‭BTI‬‬).

Ignacio Simal

Las puertas del cielo son enemigas de las prisas

“Pedro subió a la azotea para orar, cerca de la hora sexta. Y tuvo gran hambre, y quiso comer; pero mientras le preparaban algo, le sobrevino un éxtasis; y vio el cielo abierto…” ‭‭Hechos‬ ‭10:9-11‬

Las puertas del cielo son enemigas de las prisas. Y nosotros, pobres humanos de vida corta, tenemos prisa. Y claro está, constantemente estamos golpeando el picaporte del cielo, esperando que el que está al otro lado responda a nuestra insistencia. Pero no, la ley del Espíritu no funciona a fuerza de insistencia y espera. Más bien, y curiosamente, las puertas del cielo se abren cuando ya no esperamos que nadie nos atienda. Así el apóstol Pedro, mientras realizaba su rutinaria oración del mediodía, sintió hambre, y cuando esperaba el ansiado alimento, sucedió lo absolutamente inesperado: le sobrevino un ”éxtasis”, y vio las puertas del cielo abiertas. Así es la experiencia del Espíritu, cuando dejas de insistir y esperar es cuando, de repente y de improviso, te sentirás envuelto en su viento. Y así, sin prisas, sin insistencia, sin método ni estrategias, se abren las puertas del cielo ante nuestros ojos.

-Ignacio Simal

El abrazo inclusivo de Dios

Si la iglesia no es la encarnación del abrazo inclusivo de Dios hacia todos los seres humanos y, al mismo tiempo, el grito de protesta en medio de un mundo injusto y falto de equidad, traiciona su misión y el evangelio que anuncia, y deviene en pura y dura ideología.

Ignacio Simal

“Cuando la Palabra nos sale al encuentro en un autobús”

Mientras viajo en autobús, de regreso a casa, observó la carretera y la noche. Su combinación hace que las luces de los coches se me asemejen a estrellas fugaces que se cruzan conmigo, o que me adelantan. Una de las canciones que me acompaña en este momento es “Tonight”, de Sibylle Baier.

Decido dejar de leer el libro que estoy leyendo, para pasar a leer un par o tres de salmos. Me quedo absorto en el salmo 106. Merece la pena leerlo y meditarlo por entero. Pero uno de sus versículos llama poderosamente mi atención. Me detengo, y vuelvo a leerlo: “El Señor los libró muchas veces, pero ellos se obstinaron en su idea, se hundieron en su propia culpa” (Sal .106:43 BTI).

Ante su repetida lectura, me digo: Dios mío, ¡cuántas veces nos has librado de la desdicha y de la pena! Sin embargo parece que siempre nos hallamos en el mismo lugar cuando los problemas azuzan nuestra existencia. Sí, nos obstinamos en la idea de que tú, el Dios que derrocha generosidad y gracia, se ha ausentado de nuestra vida. Y nos hundimos en nuestra propia culpa, en nuestra falta de fe. Quė pronto olvidamos esas actuaciones tuyas que, en el pasado, nos liberaron del peligro e iluminaron nuestro rostro.

Señor, ¡gracias! Gracias, porque a pesar de nuestra obstinación, miras de frente nuestra angustia, recuerdas tu Alianza, y te compadeces de nosotros (Sal. 106:45,46). ¡Tan inmenso amor nos tienes!

El autobús sigue su carrera llevándome de nuevo a casa. Sigo viendo “estrellas fugaces” que se cruzan conmigo, o me adelantan. Sibylle Baier sigue cantando para mí. Y mi corazón está agradecido, muy agradecido por esa Palabra que nos sale al encuentro cuando menos los esperamos.

Soli Deo Gloria

Ignacio Simal, 2005

Tiempo de cuaresma, tiempo de reflexión

Hoy, gran parte de la cristiandad celebra el “miércoles de ceniza”. Pórtico que da inicio al tiempo litúrgico de Cuaresma. Un tiempo en el que se nos invita a la reflexión en los caminos por los que discurre nuestra existencia.

Hacemos memoria de la “multitud de testigos” que nos precedieron (Heb. 12:1). Nos invitan a correr “con perseverancia la carrera que tenemos por delante”. Especialmente fijamos nuestra mirada en Jesús, ”el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien, por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios” (‭‭Heb. ‭12:2‬ ‭NVI‬‬). Considerar su vida, nos hace recuperar el resuello, dejar a un lado el cansancio y animarnos a su seguimiento en el camino de la cruz. Sabemos que su cruz, al igual que la nuestra, se resuelve en la experiencia de la resurrección.

Hermanos, hermanas, reflexionemos en los caminos por los que discurre nuestra existencia, y de ser necesario, recompongamos nuestra vida. ¡La gracia de Dios nos auxilia!

-Ignacio Simal

Cuando se desbordan las aguas…

«Por eso todo fiel te implora en los momentos de angustia; y aunque a raudales se desborde el agua, no les podrá dar alcance.» ‭‭Salmo ‭32:6‬ ‭BTI‬‬

No me cansaré de decir y/o escribir sobre la importancia de fortalecer nuestro ser interior. Es en el recinto de nuestro espíritu donde se inician y consuman tanto las victorias como los fracasos existenciales, cuando “a raudales se desbordan las aguas” a nuestro alrededor. Que éstas alcancen nuestra interioridad dependerá de nuestra fuerza y resiliencia, y ello no se consigue de la noche a la mañana. Lo sabéis, lo sabemos. De ahí que, reitero, nos conviene implorar constantemente el nombre de Jesús, el Cristo. Y lo debemos hacer, especialmente, en los tiempos de bonanza, pues en ellos nos preparamos para cuando se “desborden las aguas”. De hacerlo así, la calamidad solo afectará la superficie, no al centro neurálgico del ser humano, es decir a su espíritu. Así, con el salmista, podremos decir, “aunque se desborden a raudales las aguas a nuestro alrededor, éstas nos nos alcanzarán”. La gracia del Espíritu obrando en nuestro espíritu nos sostendrá. En ello nos alegramos, ¡aleluya!

Ignacio Simal

En momentos críticos, no pienses, “todo está perdido”; ya que no es así, no todo está perdido. ¡Huyamos del catastrofismo existencial! La gracia de Dios posibilita nuevos comienzos, la gracia hace posible infinitas resurrecciones existenciales.

Siete veces cae el justo

Caemos una y otra vez, y otras tantas veces nos levantamos. La persona justa se sabe envuelta en yerros. Ya nos dirá la sabiduría que “siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse” (Pr. 24:16). La experiencia vital nos lo confirma.

De ahí que decir, o dar la impresión, de que nunca erramos, es hacer a Dios mentiroso, pone en evidencia que no hay verdad en nosotros, y que la Palabra no es la brújula que encamina nuestra existencia, viviendo así engañando, y engañándonos, hiriendo e hiriéndonos (1 Jn. 1:8-10).

Las personas justas, al saberse envueltas en yerros, son profundamente misericordiosas con los errores ajenos, y sus palabras siempre funcionan como buen ungüento sobre los corazones heridos.

-Ignacio Simal

La corrección

Hermanos [y hermanas], si alguno incurre en falta, vosotros, los animados por el Espíritu, corregidlo con amabilidad” (Gál. ‭6:1‬ ‭BTI‬‬)

Toda exhortación, toda corrección, si es que estamos guiados por el Espíritu de Jesús, debe ser envuelta en mansedumbre y amabilidad. La corrección áspera y bronca nunca logra su objetivo: crecer juntos en el camino de la fe y el conocimiento del Cristo.

Cristo, esperanza del mundo

Ni el pueblo de Dios, ni las gentes que lo componen deben considerarse el ombligo del mundo. Tampoco se anuncian a sí mismos. Más bien la iglesia anuncia la gracia de Dios manifestada en la acción del Espíritu del Mesías renovando la vieja creación, recreando el mundo (Isaías 65:17; 2 Pedro 3:13).

Ignacio simal

Conforme pasan los años, vamos cayendo en la cuenta de que no estamos aquí para siempre. Además, en el devenir de la vida ves que van faltando personas que creías eternas, ya que ilusamente pensabas que siempre iban a estar ahí. Entonces adquieres conciencia de que el día del paso de la frontera se va acercando para ti también, si es que no nos sorprende de sopetón, sin previo aviso.

De ahí que debamos invertir nuestras fuerzas –sean muchas o pocas- en lo que realmente merece la pena: la búsqueda del reinado de Dios y su justicia. El resto, como escribiera alguien cuyo nombre no recuerdo, son añadiduras tangenciales. ¡Aprovechemos la vida! ¡Es pura gracia!