La taula de Jesús – La mesa de Jesús

La mesa de Jesús es una mesa a la que son invitadas la personas heridas, aquellas que se saben imperfectas. El tomar del pan y beber de la copa, nos introduce en el abrazo sanador de la gracia de Jesús, nuestro único Señor y Maestro.

La taula de Jesús és una taula a la qual són invitades les persones ferides, les qui es reconeixen imperfectes. Prendre’n el pa i beure’n la copa ens introdueix a l’abraçada sanadora de la gràcia de Jesús, el nostre sol Senyor i Mestre.

Acto de rebeldía

”Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.” (Daniel‬ ‭6:10‬)

“Presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.” (Romanos‬ ‭6:13‬)

El primer acto de rebeldía, ante la cotidianidad que se nos quiere imponer, se inicia al comenzar el día; y consiste en abrir nuestras ventanas al Dios del Éxodo, presentándonos como vivos en medio de un mundo que nos quiere autómatas, y decidiendo que cada palabra que digamos, cada acto que decidamos realizar, sean una herramienta puesta al servicio de la justicia del otro mundo posible según el Dios de Jesús.

Solamente entonces nuestra vivencia de lo cotidiano se convertirá en una microrevolución que cambiará la propia historia, y la historia de los que nos rodean, desafiando así al Imperio de la productividad y el consumo.

  • Ignacio Simal

No temas

Si la mirada de Dios es aterradora para el que se siente mirado entonces, como escribe María Zambrano, “la esperanza estará prisionera del terror”.

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No te olvides del Señor tu Dios

“Ten cuidado, no sea que te olvides del Señor tu Dios” (Deut. 8:11 ss.)

Cuando más conviene mantener viva la llama de la fe no es cuando caminamos en medio del desierto. En absoluto. En la experiencia de desierto lo tenemos, paradójicamente, muy presente. Lo tenemos presente como abandono, y lo expresamos a través de la queja y/o la duda. Es así. Cuando más conviene mantener viva la llama de la fe es cuando la existencia se nos presenta con su mejor rostro, ya que es en ese momento, cuando las cosas nos van bien, o relativamente bien, cuando corremos el peligro del olvido de Dios, nuestro bondadoso benefactor. Nos sentimos autosuficientes, y comenzamos a pensar, de entrada tímidamente, que nos merecemos que la vida nos muestre su rostro risueño. Y hay que decir claramente, que si olvidamos a Dios en la experiencia del bien, no estaremos pertrechados para cuando el desierto abra su horizonte delante de nuestros ojos. Y os aseguro que los desiertos están a la mano, y en cualquier momento, como el que no quiere la cosa, podemos despertar en medio de un páramo, y entonces, qué haremos… Cuando más nos conviene mantener viva la llama de la fe no es cuando caminamos en medio del desierto. En absoluto. Ya lo sabéis. Ya lo sabemos.

-Ignacio Simal

Para mí es como si no existiera…

“Para mí es como si no existiera”. Más de una vez, y más de dos, he escuchado esa frase en boca de cristianos. Por alguna razón han tenido alguna desavenencia entre ellos, y ante la incapacidad de reconciliación, dicen el uno del otro, “para mí es como si no existiera”. Y así condenamos a la “muerte” al hermano con el que hemos tenido un conflicto, lo suficiente serio -en nuestra opinión-, como para pronunciar tan graves palabras. Y así, la verdad sea dicha, no podemos vivir, si es que nos confesamos seguidores del Cristo. Para mí es como si no existiera…

Señor, como aquellos discípulos y discípulas que te acompañaron por las tierras de Palestina, también nosotros te solicitamos que nos enseñes a orar. ¡Lo necesitamos!

Pensamos que conocemos a Jesús

“Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos” (Mc. 6:6)

Pensamos que conocemos a Jesús. Y escribo “lo pensamos”, porque nos creemos familiarizados con su persona. ¡La cristología nos ha enseñado tantas cosas¡ Tantas cosas, que sabemos lo que Él puede y no puede hacer. De tal manera lo sabemos, que le hemos encorsetado en nuestras estructuras de pensamiento teológico. Y tal vez, sólo tal vez, ello, en lugar de inspirar fe en nosotros, los que decimos seguirle, inspira incredulidad cuando no asombro, si el Resucitado actúa en contra, o al margen, de nuestras convenciones teológicas.

Pensamos que conocemos a Jesús

Entonces dijo Dios: — ¡Que exista la luz! Y la luz existió” (‭‭Gén. ‭1:3‬ ‭BTI‬‬)

Vivimos tan acostumbrados a vivir entre penumbras, que pensamos que ello es la inevitable normalidad dentro de la existencia humana. Sin embargo, el testimonio de las Escrituras confiesa que Dios es luz, que no hay tinieblas en Él, de tal manera que el que vive y es en Dios, Su luz ilumina todas las estancias de su existencia. Ya no le es necesario acudir a luces artificiales, porque la Luz de la vida, por fin, alumbra su camino, posibilitando así la visión de todo el bosque -no solo los árboles- por el que transita. Y así hasta la eternidad.

¿Qué sería del mundo sin la buena gente?

«Los isleños nos trataron con una solicitud poco común; y como llovía sin parar y hacía frío, encendieron una hoguera y nos invitaron a todos a calentarnos.» ‭‭HECHOS‬ ‭28:2‬ ‭BTI‬‬

Qué sería de nuestro mundo si no hubiera gente buena, con corazones cargados de humanidad. Personas que, sin ser creyentes a nuestra manera o no siéndolo, muestran de una forma muy palpable la marca indeleble del ADN divino en sus acciones de cuidado. Son sal y luz. Sí, lo son. ¡Gracias, Señor, por ellos!

¿Unidad?

Juan 17:21

La unidad del pueblo de Dios no puede ser un espejismo, no puede ser algo que de vez en cuando ocurre, no puede ser una ficción. La unidad, como gracia, no se fundamenta en opiniones, sino en la experiencia de encuentro con el Resucitado. Sin unidad, la misión que se nos ha encomendado es un imposible.

(De una predicación que expuse el pasado domingo en Zaragoza)

¡Siembra!

Los que siembran entre lágrimas, cosecharán entre cánticos.” (Sal‬ ‭126:5‬ ‭BTI‬‬); “Yo os envío a recolectar algo que no habéis labrado; otros trabajaron y vosotros os beneficiáis de su trabajo.” (Jn 4:38‬ ‭BTI‬‬)

¡Sé una sembradora de luz! ¡Sé un sembrador de esperanza! Siembra siempre, aún sabiendo que tal vez no formes parte de los que recogerán la cosecha. A fin de cuentas, sembrar esperanza, es sembrar un futuro que, por serlo, no se ve. Sembramos en la esperanza de la resurrección.

Pareciera…

Zaragoza, enero, 2020

Veo amanecer en Zaragoza. Y mientras la luz rompe la noche, leo unas líneas que dicen: “Podemos ver la ciudad sobre una colina, pero parece tan lejana. Podemos imaginar la constitución de una sociedad justa, igual y sostenible en la que todos tengan acceso al común y lo compartan, pero las condiciones para hacerla real todavía no existen” (Hardt – Negri).

A continuación pienso el pueblo del Dios de Jesús. Pienso que “en ocasiones pareciera que viviéramos en un tiempo premesiánico.  Con ello quiero decir que vivimos como si el Mesías Jesús no hubiera venido. Y al instante, oro: Señor, vengan los nuevos cielos y la nueva tierra. Hágase tu buena voluntad, como en el cielo, así también en la tierra (Mt. 5:10). Amén

Ignacio Simal

¡Dejadme mirar el cielo!

¡Dejadme mirar al cielo! ¡dejadme observar el firmamento! Dejadme contemplar la obra del Dios en quien creo desde hace muchos años.

Contemplando la creación de Dios no experimento arrobamientos, no veo ángeles ni escucho voces del cielo… sólo oigo un silencio que penetra a través de todos los poros de mi piel hasta llegar a lo más profundo de mi ser. Y entonces, sólo entonces, recibo el don de ver que todo, absolutamente todo lo bueno y excelente de la creación proclama la grandeza y la gloria de Dios. Y en ese instante “mágico”, recibo la vitalidad suficiente para continuar en el camino de Jesús, proclamando el Evangelio. Una buena noticia que dice que el ser humano es susceptible de salvación, es susceptible de tomar otra dirección en su existencia teniendo como horizonte el reinado de Dios. Y todo ello por la gracia y misericordia del Dios de Jesús. ¡Dejadme mirar al cielo!

Ignacio Simal

Estem a les mans del Senyor

Una queridísima hermana de mi comunidad cristiana, cuando transitamos por momentos difíciles, comunes a todo ser humano, suele decir, “estem a les mans del Senyor” (estamos en las manos del Señor). Y, ¡cuánta verdad encierran esas palabras!

Dios, el Dios que se manifestó en la persona de Jesús de Nazaret, nos conoce más que la madre que nos dio a luz. Bien dice el salmista hebreo: Conoce cuando nos sentamos y cuando nos levantamos; nuestros trajines y descansos los conoce. Aún en la distancia conoce nuestros pensamientos (Sal. 139:1-4). Pero sobre todas las cosas, “su protección nos cubre por completo, nos cubre con la palma de su mano” (Sal. 139.5), y ahí se encuentra, como seguidores y seguidoras de Jesús, nuestra confianza y nuestro descanso. Como dice mi querida hermana, “estem amb les mans del Senyor”. De ahí que en momentos de debilidad y dolor podamos, si ponemos atención, escuchar en nuestro interior la voz del Espíritu que nos dice, ¡bástate mi gracia!, ya que, en la fe de Jesús, en medio de la debilidad podemos sentirnos fuertes, con esa fuerza que procede de lo Alto (2 Cor.12:7-10).

Posiblemente no estés pasando por buenos momentos, pero no olvides, recuerda que estás en las manos del Señor.

Sola gracia, solo a Dios la gloria. Amén

Ignacio Simal

A cada instante creamos futuro

El pasado lo tenemos delante de nuestros ojos para aprender a no repetir errores, y ¿el presente..? El presente siempre es efímero, siempre es fugaz. A cada instante creamos futuro. Es nuestro destino, ¡crear futuro!