Mi pueblo me ha olvidado
La lectura de Jeremías 18:1-11 nos lleva al taller del alfarero, donde Dios invita al profeta a observar cómo la arcilla toma forma y se rehace según la voluntad de quien moldea. Esta imagen, tan sencilla como profunda, revela una verdad central: el pueblo ha olvidado a su Creador, ha roto la relación y se ha endurecido en su propia forma.
En esta predicación, se nos confronta con el dolor de un Dios que no castiga por castigar, sino que llama con amor insistente a volver. “Mi pueblo me ha olvidado”, no es un reproche frío, sino el lamento de quien ama profundamente y no se resigna a perder la comunión. Jeremías no habla desde una distancia moral, sino desde un lugar de identificación y sufrimiento compartido.
Volver a ser moldeables
El mensaje no es solo para el pasado. También hoy podemos resistir la mano del Alfarero. Nos cuesta soltar nuestras formas rígidas, reconocer nuestras fracturas, aceptar que necesitamos volver a ser barro en manos de Dios. Pero es justamente ahí donde se da la posibilidad de transformación.
La esperanza está en la posibilidad de volver. De abrirnos al proceso. De confiar en que el Dios que forma, también restaura. Porque la amenaza de destrucción en Jeremías no es definitiva, sino condicional. La gracia todavía llama.
Una comunidad atenta a la voz de Dios
En este tiempo, la comunidad cristiana también está llamada a discernir: ¿dónde estamos endurecidas?, ¿qué voces hemos dejado de escuchar?, ¿cómo nos volvemos sensibles a la acción del Espíritu? El Dios del barro y el torno sigue modelando una Iglesia viva, no perfecta, pero dispuesta a ser transformada para testimoniar el amor en medio del mundo.
Te invitamos a ver la predicación completa en nuestro canal de YouTube y dejar que el mensaje de Jeremías resuene en ti como un llamado a volver al Alfarero.
También puedes leer Jeremías 18:1-11 en Bible Gateway.
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Aquest article està basat en la predicació de Emi Meier del 22 de juny de 2025 a l’Església Protestant Sant Pau.
