Sembrando esperanza, allí donde no querías estar
Jeremías 29:1, 4-14 nos sitúa en un momento doloroso de la historia del pueblo de Dios: el exilio en Babilonia. Las personas deportadas añoran su tierra, su templo, su vida anterior. Están instaladas en la nostalgia y en la espera de una liberación inmediata. Pero Dios, a través del profeta, les lanza un mensaje inesperado: sembrad, construid, casaos, vivid… y orad por la ciudad donde estáis.
Un mensaje contracultural en medio del dolor
La palabra de Dios no les promete una solución rápida, sino una esperanza con raíces. No se trata de resignarse, sino de transformar. En lugar de esperar pasivamente el regreso, están llamadas a comprometerse activamente con la vida allí donde no querían estar. En medio del exilio, Dios abre un horizonte de sentido: “Yo sé los planes que tengo para vosotros”.
Esperanza encarnada en lo cotidiano
Este texto nos interpela en nuestras propias experiencias de desarraigo, de pérdida o de desplazamiento. Hay momentos en los que nos encontramos fuera de lugar, lejos de nuestros proyectos o sueños. Pero justo ahí, Dios nos invita a sembrar esperanza. A construir comunidad, a vivir con sentido, a orar por la paz del entorno. La fe se encarna no en condiciones ideales, sino en lo real.
Una esperanza que no es evasión
Lejos de alimentar una espiritualidad de evasión, este pasaje nos muestra una espiritualidad encarnada, implicada. La esperanza cristiana no es una espera pasiva ni una negación del dolor, sino una fuerza transformadora que actúa en medio de la historia. Allí donde no queríamos estar, también puede nacer vida nueva.
Como comunidad, estamos llamadas a acompañar estos procesos. A vivir con lucidez y compasión, sembrando señales del Reino en cada lugar donde la vida nos coloque, incluso si no era el lugar que esperábamos.
Puedes leer el pasaje completo en Jeremías 29:1, 4-14 en Bible Gateway.
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Aquest article està basat en la predicació de Ismael Gramaje del 6 de juliol de 2025 a l’Església Protestant Sant Pau.