«Tú, Dios, no rechazas el corazón dolorido y humilde»
Cuando la gracia que acoge y transforma sana sin reproche
“Tú, Señor, no desprecias el corazón quebrantado y arrepentido” (Salmos 51:17 NVI).
La gracia que acoge y transforma nos recuerda que el amor de Dios no lleva cuentas. A veces se piensa que Dios observa con decepción, como si esperara una perfección inalcanzable. Pero en el Evangelio se descubre otra cosa: una mirada que no condena, sino que abre un nuevo comienzo.
Una invitación que transforma desde la gracia
Jesús se detiene bajo el árbol donde está Zaqueo, una persona marcada por la desconfianza y el rechazo. No le llama para juzgarle, sino para hospedarse en su casa. “Zaqueo, baja enseguida, porque hoy tengo que quedarme en tu casa” (Lucas 19:5-6 NVI).
En ese gesto, Jesús revela el corazón de Dios: la gracia que acoge y transforma llega antes del arrepentimiento, y la invitación precede al cambio. Quien se sabe mirado con ternura descubre que puede empezar de nuevo. No porque se lo exijan, sino porque el amor hace posible volver a vivir.
Dios, permítenos que, como comunidad y también en lo personal, vivamos una fe que no añada dolor al dolor, sino que abrace, sane y acompañe. Que la vida exprese tu gracia que no reprocha, sino que acoge y transforma. Que en la experiencia de tu amor sin condiciones se descubra que la fe se hace casa, donde cada persona puede encontrar descanso y propósito. Y que, al mirarte sin miedo, comprendamos que no exiges perfección, sino confianza; que tu gracia no es premio, sino casa abierta donde siempre hay lugar para volver. Amén.
Església Protestant Sant Pau – Una fe que acoge.
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Esta meditación ha sido elaborada por la Església Protestant Sant Pau en 2025, en concordancia con la línea editorial actual, y reemplaza una meditación anterior publicada en 2017. Existen otras ediciones de esa meditación en espacios externos ajenos a esta comunidad.
