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Cuando la fe invita a construir en medio del desastre
Jeremías 29 es una carta escrita en uno de los momentos más difíciles de la historia del pueblo de Dios. En medio del exilio, lejos de su tierra y de su templo, cuando todo parecía perdido, el profeta transmite un mensaje sorprendente: no huir, no rendirse, no alimentar el rencor, sino construir. Levantar casas, plantar, habitar, formar vínculos y buscar la paz de la ciudad donde se encuentran. Un mensaje inesperado para un tiempo de fractura.
Este llamado resuena hoy con fuerza. Vivimos también situaciones que parecen un pequeño exilio: cambios que no elegimos, pérdidas que desconciertan, silencios que pesan más de lo que confesamos. En esos momentos, la fe no nos niega la realidad, pero sí nos recuerda que Dios sigue actuando incluso en lo que parece estéril. Como en Babilonia, la esperanza empieza en lo cotidiano: cuidar lo pequeño, sostener relaciones, reconstruir desde lo frágil. La invitación no es escapar, sino permanecer con sentido.
Sembrar paz: el corazón del shalom
En esta carta, Dios no solo pide construir, sino también buscar la paz de la ciudad. No se trata de una paz superficial, sino del shalom: una forma de vivir donde se cuida la vida, se restauran vínculos, se protege a quien sufre y se busca el bien común. Esta paz transforma la mirada: invita a trabajar por la reconciliación, a abandonar resentimientos y a abrir caminos allí donde parecía imposible.
El shalom no es pasividad; es una actitud activa que siembra futuro. Cada gesto de justicia, cada palabra que acompaña, cada abrazo que sostiene, forma parte de esos cimientos que permiten que la vida florezca. Incluso en tiempos inciertos, la paz se construye paso a paso, persona a persona, desde los lugares donde estamos.
Jesús, luz para nuestros exilios
El mensaje de Jeremías encuentra un eco profundo en las palabras y el camino de Jesús. Él mostró que la esperanza no se vive desde la fuga, sino desde la entrega. En su enseñanza, especialmente en el sermón del monte, encontramos una llamada clara: ser luz, trabajar por la paz, acompañar a quienes están en los márgenes, confiar incluso cuando el horizonte es estrecho.
Jesús invita a una fe adulta, capaz de mirar la realidad de frente sin perder la confianza. Su palabra recuerda que Dios no se olvida de nadie, que escucha la oración y que abre futuro donde parecía no haberlo. En Él, incluso los exilios interiores encuentran un camino de regreso: un regreso a la paz, a la esperanza y a la vida plena.
Una invitación para hoy: construir futuro con esperanza
Este texto nos recuerda que la esperanza no es un sentimiento pasajero, sino una manera de vivir. Construir, plantar, cuidar, acompañar, buscar la paz… son gestos concretos que transforman nuestra ciudad, nuestros vínculos y nuestra propia historia. También hoy se nos invita a reconocer dónde necesitamos reconstruir, qué exilios cargamos y qué semillas de futuro podemos sembrar.
En medio de la incertidumbre, Dios sigue diciendo: “Buscadme de todo corazón”. Es una llamada a confiar, a dejar que la oración abra caminos y a descubrir que la paz, el shalom, empieza dentro y se expande hacia fuera.
Que este mensaje sostenga tu vida en estos días y abra en ti un espacio de esperanza. Que donde estés, puedas construir paz y sembrar futuro. Amén.
Este artículo está basado en la predicación de Gabriel Martín del 23 de noviembre de 2025 en la Iglesia Protestant Sant Pau.
Puedes ver la predicación completa aquí: https://www.youtube.com/watch?v=QRF3ATNtClk
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