
Dios en nuestra fragilidad: gracia que sostiene
Dios en nuestra fragilidad nos recuerda que el Señor no se aleja de nuestras debilidades, sino que habita en medio de ellas. Su presencia no depende de nuestra fuerza, sino de su bondad y de su gracia. En tiempos de necesidad y vulnerabilidad, Dios se hace cercano y nos sostiene.
La Escritura nos recuerda: “Te basta con mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9) y “El Señor está cerca de los quebrantados de corazón; salva a los de espíritu abatido” (Salmo 34:18).
Cuando experimentamos limitaciones, angustia o cansancio, solemos pensar que estamos lejos de Dios. Sin embargo, es justamente ahí donde se manifiesta con mayor claridad su compañía. Reconocer a Dios en nuestra fragilidad nos ayuda a no escondernos de nuestras debilidades, sino a abrirlas a su gracia transformadora.
La fragilidad no es un obstáculo para la fe, sino un espacio donde podemos descubrir la fidelidad de Dios. En la vulnerabilidad, aprendemos a depender menos de nuestra autosuficiencia y más de su Espíritu. Así, lo que parecía un límite se convierte en lugar de encuentro y esperanza.
Dios siempre bueno y presente en nosotros nos invita a descansar en su gracia y a reconocer que incluso en la necesidad puede brotar la vida nueva. Cada día, en lo pequeño y en lo frágil, podemos percibir su cuidado y renovar la confianza en su amor.
Si quieres conocer más sobre nuestra comunidad, te invitamos a venir al culto semanal, o leer otras reflexiones.