Monumentos vacíos, memorias que no vencen la muerte
En el relato de Lucas 24:1-12, se nos presenta el misterio central de nuestra fe: la Resurrección de Jesucristo. Pero en lugar de celebrarlo con estruendo, el texto nos lleva por un camino de silencio, asombro y desconcierto.
A lo largo de la historia, muchos reyes han intentado perpetuar su poder a través de tumbas majestuosas. Desde las pirámides de Egipto hasta los mausoleos imperiales, la humanidad ha levantado piedra sobre piedra para asegurar el recuerdo. Pero la historia de Jesús desmantela esa lógica: no hay monumento que encierre su legado porque la muerte no pudo retenerle.
El sepulcro vacío se convierte en el signo visible de la Resurrección de Jesucristo, no como prueba racional, sino como invitación a caminar en fe.
Jesús no tiene mausoleo, porque ha resucitado
Lucas nos presenta un relato sobrio y profundamente humano. El cuerpo de Jesús es sepultado con dignidad, gracias a un miembro del Sanedrín que cede su tumba. Las mujeres que lo han seguido preparan perfumes y van al sepulcro… pero lo encuentran vacío. ¿Dónde está el cuerpo? ¿Dónde está el rey? No hay tumba que conserve al resucitado, porque él vive.
Ver no basta: fe en la Resurrección de Jesucristo
El relato no ofrece pruebas científicas ni descripciones sobrenaturales. Lo que encontramos son reacciones humanas: confusión, temor, silencio. Las mujeres quedan mudas, Pedro asombrado, los discípulos incrédulos. El encuentro con la Resurrección de Jesucristo no es inmediato ni triunfal: es un camino de reconocimiento, memoria y transformación. Como ellas y ellos, también nosotras y nosotros aprendemos a ver no con los ojos, sino con el corazón que arde.
De la ausencia al envío
Jesús no se aparece ante las autoridades, ni ante los incrédulos. Elige mostrarse a quienes le amaron y le siguieron. La Resurrección de Jesucristo no busca la espectacularidad, sino el envío. Quienes experimentan su presencia no lo retienen: lo anuncian, lo comparten, lo viven. Y así, sin panteón, sin mausoleo, la vida vence a la muerte una y otra vez en cada gesto de reconciliación.
La Resurrección de Jesucristo nos llama a vivir
Jesús no está entre los muertos. Su promesa sigue viva: “Yo he venido para que tengan vida, y vida en abundancia.” Alejémonos de los sepulcros simbólicos y acerquémonos a su luz. Que nuestras vidas sean testimonio de la presencia del Resucitado, no encerrada en un lugar, sino reflejada en el amor, la justicia y la esperanza cotidiana.
Un testimonio que arde en silencio
En esta Pascua, Emi Meier nos ha invitado a caminar por el borde del sepulcro, no con fuegos artificiales ni respuestas cerradas, sino con respeto por el silencio, por el asombro y por la incredulidad que también forman parte del camino de fe. Su predicación no esquiva las preguntas, ni embellece la ausencia, sino que nos ofrece un espacio para detenernos, escuchar, y volver a mirar. Porque en ese no-mausoleo, en ese no-anuncio, empieza a latir una vida nueva que se revela poco a poco, como la luz del amanecer.
Te invitamos a ver la predicación completa en nuestro canal de YouTube, y dejar que este relato de Lucas 24: 1-12 despierte en ti también el asombro, la memoria y la esperanza.
Predicación – “Un rey sin mausoleo” – Emi Meier
Este artículo está basado en la predicación del domingo 20 de abril de 2025 en la Església Protestant Sant Pau, ofrecida por Emi Meier.
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