La acción de la gracia

Aunque estábamos muertos en razón de nuestras culpas, nos hizo revivir junto con Cristo —¡la salvación es pura generosidad de Dios!—, nos resucitó y nos sentó con Cristo Jesús en el cielo” (Efe. 2:5-6 BTI)

La gracia de Jesús de NazaretA la experiencia de la gracia le sigue la acción continuada de la misma. Todo el ser de la persona dice “sí” a Jesús de Nazaret. Tal vez, en el momento del “sí” no tengamos las cosas muy claras. Vamos, que el “sí” a Jesús no le precede un compendio de teología andante. Pero lo que le sigue es una total apertura a la gracia expresada en el mensaje del Mesías, y experimentada en el “sí” dado.

En esa apertura fundante a la gracia experimentamos su acción en nosotros. Es una acción que ejerce de pedagoga, introduciéndonos en un proceso de crecimiento como seres humanos. Dejamos a un lado el lenguaje de niños para optar por un lenguaje de adultos en medio del mundo. Desentrañamos la realidad que nos rodea percibiéndola en todo su dolor, y nos alienta a llamar las cosas por su nombre evitando eufemismos. La acción de la gracia nos conduce a percibir la realidad a la manera de Jesús de Nazaret: vivimos en un modelo de sociedad cimentado sobre “toda la sangre inocente derramada en este mundo” (Mat. 23:35 BTI) a lo largo de la historia.

La acción de la gracia nos concede la llave para entendernos a nosotros mismos como personas, individual y colectivamente contempladas, con una misión en el mundo. Una misión que echa sus raíces en la vida, muerte y resurrección del Mesías Jesús.

De tal manera es así, que nos entendemos como personas liberadas del peso de esas estructuras de pecado que nos han ido contaminando desde los inicios de nuestra biografía hasta lograr internalizar el pecado en nuestras entrañas. La acción de la gracia nos resucita por dentro para experimentar la liberación de la internalización del pecado en nosotros, y del temor que los poderes de este mundo inspiran así como del miedo a la muerte. De tal manera que proclamamos el mensaje liberador del mundo nuevo “a plena luz” y “desde las terrazas”, sin tener “miedo de los que pueden matar el cuerpo” (Mat. 10:27-28 BTI). En ello experimentamos nuestra adultez como personas en medio de la vida.

Para finalizar debemos afirmar que la acción de la gracia nos concede la capacidad de no amoldarnos “a los criterios de este mundo; al contrario, [nos dejamos] transformar y renovar [nuestro] interior de tal manera que [somos capaces de] apreciar lo que Dios quiere, es decir, lo bueno, lo que le es grato, lo perfecto (Rom. 12:2 BTI). Sólo si somos personas resucitadas por dentro, y por lo tanto fuertes interiormente, seremos capaces de perseverar durante el tiempo de nuestra peregrinación hacia la “tierra prometida” sembrando el mundo de comunidades-semilla, signos primaverales del mundo nuevo que viene.

Soli Deo Gloria

Ignacio Simal, pastor de Betel+Sant Pau

Pongamos que hablo de Jesús de Nazaret

Pongamos que hablo de Jesús de Nazaret. A propósito del Evangelio según Juan, 3:16-21

Fue educado, desde la noche del no-tiempo, en la militancia por un mundo nuevo. Y así fue lanzado al mundo. El mundo, tú, yo y los otros, apenas le conocimos. ¡Qué lástima! Parece que meditar y contemplar su vida y su anuncio es incompatible con las tinieblas en las que estamos inmersos. De ahí que debamos hacer, desde nuestro recinto sagrado, una inmersión en su vida para que ésta nos ponga en nuestro sitio. Durante la inmersión debemos guardar silencio. Dejamos que su vida nos hablé, y nosotros, en ese momento, renunciamos a la palabra para dársela a él. Es entonces, solamente entonces, cuando iniciamos el camino de nuestra salvación-sanación interior. No tememos que su luz desenmascare nuestra conducta, nuestros pensamientos profanos. Es un momento doloroso, pero que nos abre los ojos a un nuevo horizonte: el mundo nuevo. Y de pronto sentimos que, como él, somos también lanzados al mundo para sembrar esperanzas entre nuestros maltratados compañeros de viaje, nuestros prójimos.

Ignacio Simal, pastor de Betel+Sant Pau

Dios siempre nos mira con buenos ojos

Toda la felicidad que podamos experimentar en nuestra existencia, sea desbordante o serena, es subsidiaria de la gracia del Dios del cielo. Y cuando la vida nos sume en el trance del dolor, la gracia divina corre en nuestro auxilio fortaleciendo nuestra interioridad a fin de que no desfallezcamos. Todo es gracia, y en ella esperamos en todo momento, ya sea en el momento de la tristeza o en el momento de la alegría. Dios, nuestro Señor, siempre nos mira con buenos ojos. ¡Qué o a quién debemos tener! Miremos al pasado, al transcurrir de nuestra vida hasta aquí, y veremos cómo Dios ha estado con nosotros y ha conducido nuestros caminos para bien. Su gracia nos ha acompañado ¿no es así..? Por todo ello, hoy, nos encontraremos en nuestras respectivas comunidades a fin de dar gracias, junto a nuestras hermanas y hermanos, al Dios que se hizo carne el Cristo, y dio un giro benefactor a nuestra vida.

Soli Deo Gloria

Ignacio Simal, pastor de Betel+Sant Pau

En el encuentro personal con Jesús de Nazaret no hay palabras de recriminación

«Tú, Dios, no rechazas el corazón dolorido y humilde.» SALMOS 51:19b BTI

Dios no utiliza los errores que hallamos cometido para estar constantemente recordándonoslos, o hacer chantaje emocional con ellos. Al menos ese no es mi dios, y espero que tampoco el tuyo. Confío en que seamos capaces de aprender de la conducta manifestada en Jesús de Nazaret. Una conducta de acogida misericordiosa a los considerados “enfermos y pecadores”.

En el encuentro personal con Jesús de Nazaret no hay palabras de recriminación, sino de acogida. Tan sólo escuchamos una palabra: ¡Sígueme! Dios no rechaza a la persona con un corazón dolorido y humilde ¡en absoluto! Dios no añade dolor al dolor, exclusión a la exclusión, lágrimas a las lágrimas… Me viene a la memoria en este momento una narración evangélica que es paradigmática en relación con lo que estoy diciendo. Es la historia protagonizada por Zaqueo, un recaudador de impuestos:  «Al llegar Jesús a aquel lugar, miró hacia arriba, vio a Zaqueo y le dijo: — Zaqueo, baja en seguida, porque es preciso que hoy me hospede en tu casa. Zaqueo bajó a toda prisa, y lleno de alegría recibió en su casa a Jesús” (Lc. 19:5-6 BTI). Y es que el Evangelio que hemos conocido tiene solamente un centro, y lo denominamos “gracia”, no “ley”.

Soli Deo Gloria

Ignacio Simal, pastor de Betel + Sant Pau

Lo que cuenta es el corazón

Lo que distingue al auténtico judío es su interior, y la auténtica circuncisión es la del corazón, obra del Espíritu y no de reglas escritas. Y no serán los seres humanos, sino Dios, quien la alabe.” Ro. 2:29 BTI

Lo que cuenta es el corazón, el interior del ser humano. No tanto su pulcritud a la hora de cumplir con reglas escritas (letra). Lo que distingue a alguien que confiesa a Jesucristo del que no, es su interioridad. Y ello sólo lo conoce Dios y el propietario del corazón en cuestión.

Si uno se considera interiormente superior al resto del género humano, ¡tiene un problema! Un problema que debe resolver inmediatamente si realmente desea ser integro a la manera cristiana. Debe iniciar un peregrinaje interior que le conduzca, entre otras cosas, a una limpia conciencia, a la misericordia, a sentir hambre y sed de justicia, a la mansedumbre y a la paz (Mt. 5:1ss). No en vano nos enseñará Jesús de Nazaret que “lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre” (Mt. 15:18). Y también: “El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas” (Mt. 12:35). Todo lo que podemos llegar a ser en aras del mundo nuevo de Dios y su justicia se decide en el corazón.

Debemos considerar como único tesoro de nuestra vida la búsqueda incesante de la justicia, fiel compañera del mundo nuevo que proclamó Jesus. Porque nuestro tesoro no está ni en la letra pura y dura, ni en lo que nos ofrece la sociedad en la que nos movemos, sino, reitero, en el mundo nuevo de Dios.

El mundo nuevo se inicia y se abre paso, de entrada, en el corazón. Es en el interior donde el Espíritu nos instruye en el noble arte del nomadismo espiritual que origina su obra en nosotros, a fin de entrar en la tierra prometida de la libertad interior, que ni nos esclaviza -obviamente-, ni nos impele a esclavizar a nuestros prójimos. ¡Todo se decide en el corazón humano! De ahí que “sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida” (Pr. 4:23).

Soli Deo Gloria

Ignacio Simal, pastor de Betel + Sant Pau

No me importa a la iglesia que vayas, si detrás del Calvario estás

Mientras realizaba mi habitual caminata diaria vino a mi mente una vieja canción evangélica. De esas que colocamos en el apartado de “coritos” -de paso, no sé a quién se le ocurrió llamar así a esas breves canciones que en ocasiones entonamos-. Pues bien, resulta que mientras la recordaba, trataba de darle un interpretación un tanto personal, pero conectada con la prédica de Jesús de Nazaret. Pasados unos minutos, me puse a cantarla a media voz (alguien que me escuchara en ese momento, de conocerla, diría que más bien que cantarla la desentonaba). La canción o “corito” dice:

No me importa a la iglesia que vayas
si detrás del calvario tu estás,
si tu corazón es como el mío,
dame la mano y mi hermano serás
//Dame la mano, dame la mano,
dame la mano y mi hermano serás//

Y sí, es verdad, siempre será verdad, que “no me importa a la iglesia que vayas, si detrás del calvario tú estás“, porque detrás del Calvario están los hermanas y hermanos más pequeños de Jesús; y allí, al otro lado del Calvario, escuchamos todo el clamor de la sangre inocente derramada a lo largo de esta historia de trazos inhumanos y brutales. Sí, estar “detrás del calvario” es tomar partido por los que sufren la historia, es ponerse del lado los que son obligados a ser comparsa de los poderosos, es solidarizarse con aquellos a los que no se les permite ser protagonistas de la Historia, ni siquiera de sus historias personales. Estar “detrás del calvario” nos implica en la vida y mensaje de Jesús de Nazaret; nos hace asemejarnos, aunque sea un poquito, a él.

Cuando el centro de nuestro corazón está ocupado por aquellas personas que ocuparon el corazón del Nazareno es la prueba veraz de que hemos atravesado el umbral del Calvario para introducirnos en el espacio de los excluidos de la Historia. Y de pronto caemos en la cuenta que nuestro corazón de piedra ha mutado en un corazón de carne, y a partir de ahí “en nombre de aquel a quien la religión, la sociedad y el estado sacrificaron en otro tiempo, -nos solidarizamos- hoy con las víctimas de la religión, la sociedad y el estado del modo como aquel Crucificado se hizo su hermano y su libertador” (Moltmann, J. El Dios crucificado. Sígueme, 1975. Pág. 73).

Pues bien, como reza el cántico, los que tienen ese mismo corazón son mis hermanos y hermanas. Ese es el tipo de ecumenismo que despierta mi interés, un ecumenismo que siembra “mundo nuevo” por dondequiera que pasa. Y acabó ya, acabo ya cantando de nuevo, “no me importa a la iglesia que vayas, si detrás del calvario tú estás…

Soli Deo Gloria

Ignacio Simal Camps, pastor de Betel + Sant Pau