Las iglesias ¿signo del mundo distinto en medio de la historia?

“El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Mc. 1:15)

El centro de la buena noticia (Evangelio) de Jesús es la presencia del mundo distinto, según Dios, en medio de la historia. Solo la experiencia de ese otro posible (el reino de Dios se ha acercado) es la condición de posibilidad de que las personas caigan en la cuenta de que debieran dar otra dirección a su vida (arrepentimiento), y comprometieran su existencia con la buena noticia de Jesús (creer en el Evangelio).

Solo la manifestación del Espíritu y el poder de Dios a través de comunidades que visibilizan mundo distinto es lo que es capaz de persuadir a las personas a encauzar sus existencias a través del camino de Jesucristo (1Cor. 2:1-4). Solo cuando la santidad es entendida como separación del Imperio para hacer “contraimperio” es revolucionaria y trastoca el mundo no-distinto en el que nos movemos (Hch. 17:6).

De ahí que la pregunta que toda comunidad cristiana debiera hacerse constantemente, a modo de examen de conciencia, es: ¿qué signos-rastros del mundo distinto según Dios (reino de Dios) se palpan en su espacio? Ahí está el meollo de la cuestión que responderá acerca de nuestra fidelidad al camino de Jesucristo, al Evangelio de Dios.

Ignacio Simal, pastor de Betel+Sant Pau

¿Quién es el que ama la vida..?

“¿Quién es el que ama la vida..?” (Sal. 34:12 BTI)

Todo ser humano está convocado a amar la vida contracorriente. Las Escrituras nos enseñan que la persona que ama la vida lo manifiesta a través de su conducta, y desea vida tanto para él como para su prójimo. De ahí que guarde sus labios de hablar engaño, se aparte del mal que rige nuestro mundo, transite por el sendero del bien, busque incesantemente la paz haciéndose discípula de ella. Su opción existencial le motivará a la alegría como alguien que vive la plenitud la vida, pero no sin los males que provoca un caldo social que está construido para el mal y la muerte. Pero de todo le librará el Señor, pues le dará la fuerza necesaria para resistir sus embates. Ya desde antiguo se afirmó que “muchas son las aflicciones del justo (del que ama la vida a la manera de Jesús), pero de todos ellas le librará el Señor” (Sal. 34:19).

Soli Deo Gloria

Ignacio Simal, pastor de Betel+Sant Pau

Dónde se manifiesta el poder de la Cruz

El poder del Dios de Jesús y la radicalidad del Evangelio se ponen de manifiesto, especialmente, en el vigor de la vida interna de las comunidades cristianas. Tal vez, en ningún otro espacio se muestran tan claramente como en las comunidades que son de la fe de Jesús. De ahí que a través de la predicación del Evangelio se pone de manifiesto (en las comunidades de fe) la reconciliación obrada en la cruz de Cristo: ¡la Palabra de la cruz es poder de Dios en los que transitan el camino de salvación del sistema “imperial”! De otra forma haríamos vana la cruz de Cristo (1Cor. 1:17,18).

Soli Deo Gloria

Ignacio Simal, pastor de Betel+Sant Pau

Dios siempre nos mira con buenos ojos

Toda la felicidad que podamos experimentar en nuestra existencia, sea desbordante o serena, es subsidiaria de la gracia del Dios del cielo. Y cuando la vida nos sume en el trance del dolor, la gracia divina corre en nuestro auxilio fortaleciendo nuestra interioridad a fin de que no desfallezcamos. Todo es gracia, y en ella esperamos en todo momento, ya sea en el momento de la tristeza o en el momento de la alegría. Dios, nuestro Señor, siempre nos mira con buenos ojos. ¡Qué o a quién debemos tener! Miremos al pasado, al transcurrir de nuestra vida hasta aquí, y veremos cómo Dios ha estado con nosotros y ha conducido nuestros caminos para bien. Su gracia nos ha acompañado ¿no es así..? Por todo ello, hoy, nos encontraremos en nuestras respectivas comunidades a fin de dar gracias, junto a nuestras hermanas y hermanos, al Dios que se hizo carne el Cristo, y dio un giro benefactor a nuestra vida.

Soli Deo Gloria

Ignacio Simal, pastor de Betel+Sant Pau

Miércoles de ceniza, pleno de esperanza

Miércoles de ceniza, pleno de esperanza:

Regresaremos a la tierra y el barro. Destino inexorable de todo ser viviente. Pero no será un final. No, no será el final. Llegará el día en que el reloj de la historia marcará la hora de las esperanzas cumplidas, y despertaremos de nuevo a la vida.

Nuestros ojos volverán a ver los mil colores de la primavera, y nuestra nariz sentirá sus olores por siempre jamás. Y Dios, de nuevo, volverá a pasear por la tierra “al fresco de la tarde”. Y al escuchar sus pasos, saldremos presurosos en su busca. Le acompañaremos en su paseo, y conversaremos como buenos amigos acerca de la belleza de la vida. ¡Bendita esperanza! ¡resucitaremos!

Ignacio Simal, pastor de Betel+Sant Pau

Tal vez morderemos el polvo que queremos evitar

Lucas 18:9-14

Tal vez morderemos el polvo que queremos evitar. Sí, lo morderemos cuando comencemos a sentirnos mejores que los demás. Sí, lo morderemos cuando comencemos a depositar nuestra confianza en nuestro despliegue de piedad, y no en la gracia de Dios. Sí, lo morderemos cuando en nuestro fuero interior pensemos que se debiera anteponer a nuestro nombre el apócope de “santo”. En fin, lo morderemos cuando comencemos a mirar por encima del hombro a nuestras hermanas y hermanos.

¿Qué somos? Mujeres y hombres que, como el publicano de la parábola, solicitamos, de forma constante, la compasión divina; ya que, dicho en lenguaje bíblico, ¡somos pecadores! Hombres y mujeres que, como el apóstol Pablo, dicen de sí: «Realmente no acabo de entender lo que me pasa ya que no hago lo que de veras deseo, sino lo que detesto.» (Ro. ‭7:15‬ ‭BTI‬‬).

¡Humildad, hermanos, humildad! Necesitamos grandes dosis de humildad para evitar compararnos al alza con nuestro prójimo. Solo así viviremos nuestra cotidianidad envueltos en el perdón de Dios, y en cercanía fraterna a nuestros prójimos. De no ser así, no lo dudemos, morderemos el polvo que queremos evitar.

14 de febrero de 2018, miércoles de ceniza

Ignacio Simal, pastor de Betel+Sant Pau

La Palabra viene a nosotros

Silencio acompañado por el constante sonido del ventilador del calefactor. Hace frío. Leo textos antiguos. Textos que, a través de los siglos, han resucitado de la muerte a infinidad de corazones heridos. Millones de ojos han fijado su mirada en ellos. Ansiaban inundar sus pupilas de esperanzas ciertas, y su deseo se veía cumplido.

Sin embargo, aunque faltaran esos sagrados textos, Dios no nos golpearía con el silencio. Vendría a nosotros, llenaría nuestro corazón con una Palabra de estímulo y de consolación, tal y como cuentan que hacía en el pasado con sus amigos los profetas. Y es que como escribiera un cristiano antiguo, ¡Nadie puede encadenar la Palabra de Dios! (2 Tim. 2:9b). La Palabra de Dios goza de la libertad más absoluta para salir a nuestro encuentro a través de las formas y medios más extraños. Aunque es verdad que siempre corremos el peligro, al igual que le sucedió al joven Samuel (1Sam. 3:1ss.), de confundir la voz de Dios con las voces humanas, y viceversa.

Por todo ello oro a favor de los que me leen, y digo con palabras antiguas, “que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre a quien pertenece la gloria, os otorgue un espíritu de sabiduría y de revelación que os lo haga conocer. Que llene de luz los ojos de vuestro corazón para que conozcáis cuál es la esperanza a la que os llama, qué inmensa es la gloria que ofrece en herencia a su pueblo y qué formidable la potencia que despliega en favor de nosotros los creyentes, manifestada en la eficacia de su fuerza poderosa” (Efe.1:17-19 BTI).

Señor, ¡gracias! ¡gracias por ofrecer a nuestros corazones heridos el confortable refugio de los sagrados textos!

Soli Deo gloria

Ignacio Simal, pastor de Betel+Sant Pau

No somos dueños del tiempo de nuestra vida

«Tú los arrastras al sueño de la muerte… Setenta años dura nuestra vida, durará ochenta si se es fuerte; pero es su brío tarea inútil, pues pronto pasa y desaparecemos.»
‭‭SALMOS‬ ‭90:5, 10‬ ‭BTI‬‬

Desde que nacemos emprendemos un viaje hacia el sueño de la muerte. Cada año que cumplimos nos hace más conscientes de ello. Es más, cuando una muerte inesperada ocurre a nuestro lado, nos damos cuenta de que la vida, nuestra vida, pende de un hilo. De ahí que la sabiduría bíblica nos enseñe que no somos dueños del tiempo de nuestra vida, que debemos exprimirlo al máximo. Y no en beneficio propio, sino en el despliegue, por la gracia de Dios, del mundo nuevo según Jesús de Nazaret. Ello implica cultivar la relación orante y meditativa con aquel nos ama desde antes de fundación del mundo, y poner nuestra vida a disposición de nuestras hermanas y hermanos.

Permitidme que lo diga de otra manera: debemos aprovechar cada minuto de la existencia en poner sonrisas en el rostro de los tristes, y esperanza en el corazón de los desesperanzados. Y eso implica dar a Dios a Dios lo que es de Dios, es de decir la totalidad de la vida. En el seguimiento de Jesús no vale la doble militancia.

Soli Deo Gloria

Ignacio Simal, pastor de Betel + Sant Pau

Señor, afianza la obra de nuestras manos

Que descienda sobre nosotros la gracia del Señor, nuestro Dios. Afianza la obra de nuestras manos; sí, afianza la obra de nuestras manos. (SALMOS 90:17 BTI)

¿Por qué las cosas no se desarrollan como deseamos? ¿Será porque algo estamos haciendo mal? ¿Por qué rogamos a Dios, y sin embargo no nos responde? En ocasiones pienso que hacemos y rogamos con “intenciones torcidas” (Stgo. 4:3). Como escribía hace tiempo, tal vez estemos buscando a través de nuestro trabajo, y nuestros ruegos al Señor, la obtención de beneficios personales que nos permitan sobresalir sobre nuestros hermanos y hermanas en la común fe en Jesucristo. Tal vez, no lo sé. Sinceramente, hay cuestiones que para un servidor, en algunos casos, son un auténtico misterio.

De lo que sí tengo certeza es que cualquier fruto de nuestro trabajo a favor del mundo nuevo de Dios y Su pueblo, es resultado de la gracia de nuestro Señor. Dicho fruto no responde a nuestros méritos, a nuestra inteligencia a la hora de trazar planes y estrategias, sino a la gracia de Dios. De ahí que el salmista solicite, y nosotros con él, “que descienda sobre nosotros la gracia del Señor, nuestro Dios“. Eso es lo que las comunidades de fe necesitamos sobre todas las cosas. Es la gracia del Señor la única capaz de afianzar nuestra labor.

De ahí que lo que nos toca es acercarnos confiadamente al Señor -que no es mérito-. “Limpiar nuestras manos” -que no es mérito-. Y purificar nuestros corazones en su presencia -que no es mérito- (Stgo. 5:8ss.). Nada de lo mencionado es mérito, simplemente estaremos haciendo lo que nos corresponde, ni más, ni menos. Tal vez entonces, a su debido tiempo, Dios nos conceda el fruto que sembramos con lágrimas.

No obstante, y aunque no tengamos respuesta certera a las preguntas escritas al principio de esta meditación, lo que nos toca es seguir el ejemplo de las generaciones pasadas, que si bien “murieron sin haber recibido lo prometido, […] lo vieron de lejos con los ojos de la fe y lo saludaron, reconociendo así que eran extranjeros y gente de paso sobre aquella tierra. Los que así se comportan demuestran claramente que están buscando una patria. Ahora bien, si lo que añoraban era la patria de la que salieron, a tiempo estaban de regresar a ella. Pero ahora suspiraban por una patria mejor, la patria celestial. Precisamente por eso, al haberles preparado una ciudad, no tiene Dios reparo en que lo llamen “su Dios” (Heb. 11:13-16 BTI).

Por ello oramos diciendo, “Señor, que tu gracia afiance la obra de nuestras manos. Que tu gracia nos capacite para perseverar en la búsqueda de tu mundo nuevo, y la justicia que le corresponde. Y que ello lo hagamos sin hacer depender nuestra perseverancia de los resultados que obtengamos. Sólo buscamos tu gloria, y la del precursor de la fe, tu Hijo, y nuestro hermano, Jesucristo. Amén”

Soli Deo Gloria

Ignacio Simal, Pastor de Betel + Sant Pau

Primer domingo de Adviento

Primer domingo de Adviento

(Palabras dichas antes de encender la primera vela de Adviento)

Imaginaos que estáis en una habitación invadida por la oscuridad. Atisbáis delante vuestro una puerta. Por sus rendijas se filtra luz. No sabéis lo que encontraréis al otro lado. Y con temor, pero expectantes, la vais abriendo poco a poco, hasta que la luz ilumina toda la estancia antes sumida en la oscuridad. Toda la estancia se llena de luz. Y ¿qué veis al otro lado del umbral? El mundo nuevo que Dios nos ha prometido. Mundo presidido por el Buen Pastor, que con los brazos abiertos nos acoge para siempre jamás. Adviento es el tiempo en el que la memoria espera ver realizadas las promesas que Dios, en Jesús de Nazaret, nos ha hecho. Promesas que en Dios son ¡sí y amén!

…/…

El profeta Isaías, en un momento el que reinaba en su mundo la más densa de la oscuridades, exclamó: ¡Ah, si rasgases el cielo y bajases! ‭‭(Isa.‬ ‭64:1) Y nosotros, viviendo en un mundo similar, decimos un sonoro “amén “, a la exclamación del profeta. Y oramos, “Señor, que este primer domingo de Adviento abras nuestros ojos a la esperanza del reino que viene. Haz que nuestras vidas vivan a la luz de la esperanza para llevar a cabo la tarea de traer luz a la oscuridad que reina en nuestro mundo. Señor, ¡apiádate de nosotros, tu Pueblo! Amén.”‬‬‬

El sembrador de luz

«La luz se esparce sobre los justos, y la alegría sobre los rectos de corazón. Alegraos en el Señor, vosotros los justos, y alabad su santo nombre.» ‭‭Salmo‬ ‭97:11-12‬ ‭NVIC‬‬

Independientemente de las circunstancias, Dios, nuestro Señor, “esparce” (o “siembra”, RV60) luz sobre nuestras existencias. Tal vez una luz tenue, tal vez deslumbrante, pero luz al fin y al cabo.

“Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”, afirma el/la creyente. Y es que tanto en las Escrituras, como en nuestro interior, y en la compañía de creyentes podemos notar como el Señor siembra luz en nuestros corazones, y ello nos llena de tanta alegría como la que cubrió el corazón de los pastores cuando recibieron el anuncio del nacimiento del Mesías. De ahí que con el salmista confesamos que nuestra alegría más veraz se encuentra en el Señor, en el Cristo. Y ello nos lleva, ciertamente, a alabar constantemente el nombre de nuestro Señor, Jesús de Nazaret.

Soli Deo Gloria

 

Ignacio Simal, pastor de Betel+Sant Pau

Adviento, un tiempo propicio para el reencuentro

Eres cristiana. Eres cristiano. Probablemente hace algún tiempo que no asistes a las celebraciones de la comunidad cristiana. Tal vez sientes nostalgia de aquellos días pasados, o tal vez no. No lo sé, pero no te juzgo.

De lo que sí tengo la certeza es de que el Dios que celebramos y bendecimos tiene un interés especial en tu persona. Te ama, y te convoca -nos convoca a todos- a la reconciliación, al seguimiento de Jesús y a su reino.

El próximo domingo, 3 de diciembre, se abre un nuevo año en el calendario cristiano. El calendario se inicia con el tiempo de Adviento, una ocasión para la esperanza, y para hacer memoria de aquel que, por medio de un ángel, anunció a los pastores, en los aledaños de Belén, una buena nueva: “No tengáis miedo, porque vengo a traeros una buena noticia, que será causa de gran alegría para todo el pueblo. En la ciudad de David os ha nacido hoy un Salvador, que es el Mesías, el Señor […] — ¡Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres que gozan de su favor!” (Luc. 2:10-11, 14 BTI)

Adviento es un tiempo propicio para un nuevo comienzo, para tomar aire y reiniciar tu caminar acompañado de hermanas y hermanos que te acogen incondicionalmente, y que compartirán, sin duda, tus tristezas y tus alegrías.

¡Hoy puede ser el momento de regresar a casa!

Ignacio Simal, pastor de Betel+Sant Pau

Adviento es una estrella que nace en el oriente de nuestra alma

«El pueblo que a oscuras caminaba vio surgir una luz deslumbradora; habitaban un país tenebroso y una luz brillante los cubrió.» ISAÍAS 9:1 BTI

Adviento es una estrella que nace en el oriente de nuestra alma, y brilla como ninguna (Mt. 2:2). Anuncia el nacimiento de alguien que nos abre la puerta a la esperanza y nos imprime la necesidad de peregrinar a través de todas las estancias de nuestro interior y de nuestra memoria a fin de encontrarle y ponernos a su pies.

Tal vez, por un momento, parece que la estrella se oculta, y la buscamos en lugares inadecuados. Pero al final la volvemos a ver iluminando una casa de la que a su vez surge una luz, ambas luces confluyen, y se funden en una (Mt. 2:9-11). Entonces todas las estancias de nuestra alma son iluminadas, y nos situamos frente a frente de la realización de lo que anunciaba la estrella y nos llenamos de gran alegría, caemos de rodillas y adoramos.

A partir de ese instante de encuentro, una luz, que las tinieblas no podrán sofocar, ilumina toda nuestra existencia. Ya no volveremos a ser las mismas personas, porque hemos sido tocados por la gracia de Dios. Adviento nos anuncia que la gracia y la bondad de Dios lo envuelve todo. ¡Jesús, la esperanza del mundo, viene a nosotros!

Soli Deo Gloria

Ignacio Simal Camps, pastor de Betel + Sant Pau

Hay renuncias que no son tristes

«Renunciad, pues, a toda malicia, a todo engaño, hipocresía, envidia o maledicencia. Como niños recién nacidos, nutríos de la leche pura del Espíritu para que con ella crezcáis y recibáis la salvación, ya que habéis gustado la bondad del Señor.»
1 PEDRO 2:1-3 BTI

Hay renuncias que no son tristes. No son tristes porque desembocan en un mundo mejor para los que nos rodean. Desembocan en la honestidad e integridad personal.

No digo que no tenga costes renunciar “a toda malicia, a todo engaño, hipocresía, envidia o maledicencia”. Sin duda los tiene. Porque nos movemos en un mundo poco acostumbrado a la confianza mutua, y solemos caminar sospechando del que tenemos al lado. Así, creo, hemos sido educados.

Lo que cambia todo, absolutamente todo es haber gustado la bondad del Señor para con nosotros. Ello nos cambia por dentro y por fuera. A partir de ahí nos dejamos alimentar por el Espíritu del Resucitado, y crecemos como personas, nos humanizamos y vivimos la experiencia de la salvación. Una experiencia de salvación que no solamente nos beneficia a nosotros, sino a todos los que entran en nuestro espacio relacional.

Pero ¡ojo! Debemos recordar que no somos mejores, o que ello nos coloca en una altura privilegiada ¡en absoluto! Más bien nos hace más humildes y compasivos con nuestros prójimos, ya que sabemos perfectamente que lo que somos o podemos ser se lo debemos a la inmensa gracia de Dios, no a nuestros esfuerzos.

Soli Deo Gloria

Ignacio Simal, pastor de Betel + Sant Pau

La auténtica fraternidad

«Obedientes a la verdad, habéis eliminado cuanto impide una auténtica fraternidad. Amaos, pues, intensa y entrañablemente unos a otros ya que habéis nacido de nuevo, no de un germen mortal, sino de uno inmortal, mediante la palabra de Dios viva y permanente.» 1 PEDRO 1:22-23 BTI

Cuando nos sentamos en torno a la mesa de Jesús lo hacemos en la certeza de que él nos acoge, pues antes de que nosotros confesemos nuestros errores y pecados contra el prójimo, Dios ya nos ha concedido su perdón. La gracia siempre antecede a nuestras palabras y obras.

Por ello al sentarnos a comer del pan y beber del vino de la mesa de Dios confesamos que hemos eliminado todo aquello que interfiere la experiencia de “la auténtica fraternidad”. Desde el momento en el que atravesamos el umbral (nacer de nuevo) que nos introduce en el mundo nuevo de Dios somos capacitados por el Espíritu del Resucitado para amarnos “intensa y entrañablemente” los unos a los otros. Y actuamos conforme a la gracia de Dios que hemos experimentado. Es decir nuestro perdón, de ser necesario, es concedido aun antes que el hermano o la hermana tome el camino de la reconciliación. No en vano la Palabra de Dios que nos ha parido a una nueva vida es viva y permanente, y en todo momento hace su trabajo en nuestra interioridad. Y esa es la palabra del Evangelio que nos fue anunciado, y que ahora anunciamos a a toda criatura.

Cuando nos sentamos a la mesa del Señor experimentamos la reconciliación con Él, y con las personas invitadas al convite. De otra manera estaremos malbaratando el Evangelio, y lo que representemos en torno al pan y el vino será una obra de ficción. Tal vez muy bien representada, pero obra de ficción al fin y al cabo.

Soli Deo Gloria

Ignacio Simal, pastor de Betel+Sant Pau

Intercesión

«Asimismo, a pesar de que somos débiles, el Espíritu viene en nuestra ayuda; aunque no sabemos lo que nos conviene pedir, el Espíritu intercede por nosotros de manera misteriosa.» ‭‭Ro. ‭8:26‬ ‭BTI‬‬

Mi interior, como el tuyo, guarda, sin exagerar, cientos de rostros y temas por los que interceder ante el que es la luz del mundo. Rostros con nombre, y rostros que están ahí pero que la memoria no alcanza para recordarlos. Sucede lo mismo con los temas, solamente los que más nos inquietan salen a la superficie. Pero todos, rostros y temas, absolutamente todos, los ponemos delante de él, los que recordamos y los que no. Sabemos que el Espíritu eterno los hace suyos, e intercede conforme a la voluntad de Dios. Y acariciando esa certeza, oramos y meditamos en el silencio de la mañana, y decimos ¡sea hecha tu voluntad y no la nuestra! Y así, nos disponemos a iniciar nuestra peregrinación a lo largo del día iluminados por la esperanza de la gracia y la bondad de Dios. Solo a Él sea la gloria.

Ignacio Simal, pastor de Betel + Sant Pau

Un instante “mágico”

«Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa.» Lucas‬ ‭19:5‬ ‭RVR1960‬‬

Cuando Jesús de Nazaret nos mira desde los textos evangélicos, oímos su voz. Oímos su voz que nos dice, “hoy es necesario que pose yo en tu casa“. Y sobra que diga más palabras. Esas nos bastan.

Descendemos deprisa de nuestro sicomoro particular, y llenos de alegría, le recibimos en nuestra casa que ya es suya. Es entonces cuando atravesamos el umbral que nos introduce en la militancia a favor del mundo nuevo según Dios y su justicia. Y en ese instante “mágico” escuchamos la voz del Resucitado declarando: ¡hoy ha venido la salvación a esta casa!

Soli Deo Gloria

Ignacio Simal, pastor de Betel + Sant Pau

Corrección envuelta de misericordia

«Que el justo por amor me corrija y me reprenda…” SALMOS 141:5 BTI

Que una persona justa se nos acerque con un corazón vestido de amor y nos corrija siempre será una bendición para nuestra existencia, ya que su corrección estará encauzada por palabras llenas de misericordia. Y la misericordia en la corrección mutua es la condición “sine qua non” para lograr la sanidad de la persona confrontada. La corrección misericordiosa es auténtica medicina restauradora: nos hace regresar al camino de la verdad, nos salva y nos perdona (Stgo. 5:19,20).

Soli Deo Gloria

Ignacio Simal, pastor de Betel + Sant Pau