Donde hay un cristiano, hay un testigo de la fe de Jesús (Boletín Junio, 2018)

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Hubo un tiempo que no existían campañas de evangelización, que no se daba ninguna estrategia o programa evangelizador, y sin embargo -en contra de lo que se pudiera pensar- ¡la iglesia crecía! y lo hacía de una forma asombrosa.

Y es que aquellos primeros cristianos y cristianas -en el poder del Espíritu-, “con su estilo de vida claramente distinto, con sus conversaciones sobre la nueva fe y con su vida comunitaria, los cristianos atraían la atención sobre sí. Los numerosos contactos social de la vida cotidiana se revelaban <<captadores>>. Y en ese tipo de captación participaban prácticamente todos los cristianos, por cuanto que su manera de ser podía hacer que otras personas los escuchasen y se dejaran convencer. En consecuencia surgía el cristianismo doquiera llegaban los cristianos en su condición de marineros, emigrantes, mercaderes, funcionarios, soldados, esclavos o prisioneros de guerra. Así, pues, durante los primeros siglos la misión no fue […] un asunto de predicación, de <<misioneros de oficio>> y de organización, sino más bien la manifestación consecuente y directa de la convivencia de cristianos y no cristianos. La historia de la Iglesia es en este aspecto una historia de misión” ( Brox, Norbert. Historia de la Iglesia Primitiva. Perder, 1986. págs 45-46).

Y, si queréis, esa es la estrategia, ¡donde hay un cristiano, hay un testigo del Evangelio! Un testigo de la fe en Cristo y de la forma comunitaria que toma el Evangelio. No perdamos ninguna oportunidad que se nos presente para hablar del Cristo que sigue transformando vidas, aquí y ahora, donándoles un horizonte que trasciende la propia muerte.

Soli Deo Gloria

Ignacio Simal Camps, pastor de Betel + Sant Pau

Las iglesias ¿signo del mundo distinto en medio de la historia?

“El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Mc. 1:15)

El centro de la buena noticia (Evangelio) de Jesús es la presencia del mundo distinto, según Dios, en medio de la historia. Solo la experiencia de ese otro posible (el reino de Dios se ha acercado) es la condición de posibilidad de que las personas caigan en la cuenta de que debieran dar otra dirección a su vida (arrepentimiento), y comprometieran su existencia con la buena noticia de Jesús (creer en el Evangelio).

Solo la manifestación del Espíritu y el poder de Dios a través de comunidades que visibilizan mundo distinto es lo que es capaz de persuadir a las personas a encauzar sus existencias a través del camino de Jesucristo (1Cor. 2:1-4). Solo cuando la santidad es entendida como separación del Imperio para hacer “contraimperio” es revolucionaria y trastoca el mundo no-distinto en el que nos movemos (Hch. 17:6).

De ahí que la pregunta que toda comunidad cristiana debiera hacerse constantemente, a modo de examen de conciencia, es: ¿qué signos-rastros del mundo distinto según Dios (reino de Dios) se palpan en su espacio? Ahí está el meollo de la cuestión que responderá acerca de nuestra fidelidad al camino de Jesucristo, al Evangelio de Dios.

Ignacio Simal, pastor de Betel+Sant Pau