No te olvides del Señor tu Dios

“Ten cuidado, no sea que te olvides del Señor tu Dios” (Deut. 8:11 ss.)

Cuando más conviene mantener viva la llama de la fe no es cuando caminamos en medio del desierto. En absoluto. En la experiencia de desierto lo tenemos, paradójicamente, muy presente. Lo tenemos presente como abandono, y lo expresamos a través de la queja y/o la duda. Es así. Cuando más conviene mantener viva la llama de la fe es cuando la existencia se nos presenta con su mejor rostro, ya que es en ese momento, cuando las cosas nos van bien, o relativamente bien, cuando corremos el peligro del olvido de Dios, nuestro bondadoso benefactor. Nos sentimos autosuficientes, y comenzamos a pensar, de entrada tímidamente, que nos merecemos que la vida nos muestre su rostro risueño. Y hay que decir claramente, que si olvidamos a Dios en la experiencia del bien, no estaremos pertrechados para cuando el desierto abra su horizonte delante de nuestros ojos. Y os aseguro que los desiertos están a la mano, y en cualquier momento, como el que no quiere la cosa, podemos despertar en medio de un páramo, y entonces, qué haremos… Cuando más nos conviene mantener viva la llama de la fe no es cuando caminamos en medio del desierto. En absoluto. Ya lo sabéis. Ya lo sabemos.

-Ignacio Simal

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