No sabemos esperar

En el Señor espero, espero y confío en su palabra” ‭‭SALMOS‬ ‭130:5‬ ‭BTI‬‬

No sabemos esperar. Y en el despropósito de los que quieren las cosas aquí, ya y ahora, zozobramos en la vida. Construir una vida que sea un pozo de agua fresca para nuestro prójimo requiere paciencia, requiere saber esperar. Es una labor de años, es una labor que da a luz la vida a base de pequeños instantes de espera que darán como resultado un mundo mejor por dondequiera vayamos.

Jesús de Nazaret aprendió a esperar, fue creciendo a fuerza de instantes durante treinta años. Tres décadas de espera, de crecimiento y confianza en Dios, su Padre, hasta que lo encontramos delante de Juan, el Bautista, para recibir una palabra de Dios : “Tú eres mi hijo amado; en ti me complazco”. Solamente entonces “el cielo se abrió”. El cielo se abre cuando el cielo quiere, no cuando nosotros queremos. Y durante “tres años”, impulsado por el Espíritu, creo mundos nuevos para todos aquellos dolientes por dentro y por fuera, que se cruzaron en su camino.

Aprender a esperar significa que no podemos forzar la experiencia de Dios, ni la experiencia de fraternidad. Éstas vienen cuando Dios quiere, no cuando queremos nosotros. Son gracia; no son ni obra, ni salario. No sabemos esperar, sin embargo Dios ¡sí! Y cuando menos lo esperamos lo que tiene que suceder sucede, sin precipitaciones. Como escribiera C.F. Blumhardt hace casi un siglo, ¡no podemos llegar a Dios a la fuerza!

Soli Deo Gloria
Ignacio Simal

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